Un conserje japonés diseña el laberinto más sorprendente y difícil

En soledad y durante siete años, un conserje japonés diseñó el más intrincado y sofisticado laberinto que podamos imaginar. Ahora, 30 años después, su hija ha compartido la obra secreta en redes sociales e Internet se ha rendido a los pies del genial arquitecto amateur.

A mano y con gran precisión de trazo, este modesto japonés logró volcar en papel sus intrincados sueños edilicios. Es difícil pensar en un laberinto más complejo e imposible de resolver que este. Y ahora, 30 años después, su hija decidió compartir con el mundo la obra de su padre a través de Twitter. Las preguntas de todas partes del mundo no tardaron en llegar. ¿Quién era este genio absoluto del diseño y la imaginación?

El artista e inventor no fue apreciado en su momento, dado que para todos no era más que unconserje de una universidad japonesa. Y aún ahora, que la fama golpeó a su puerta, el hombre desea vivir en el anonimato, desinteresado en que su monumental trabajo sea reconocido.

Su fabuloso laberinto es de 87 centímetros por 59. Tal vez en un afán de crecer como el artista, el portero hizo unas 50 copias de su trabajo, las cuales están repartidas por el mundo. Galeristas y expertos de arte de todo el mundo enloquecen con la brillantez artística y la imposibilidad del diseño del creador secreto. Y él, en las sombras, no quiere saber nada con su súbita fama.

Poco más sabemos del hombre y su obra, pero está allí, para apreciarla y admirarla. En su humildad, en su impulso amateur y en el placer puesto en él, el laberinto brilla con luz propia, el resultado de una mente extraordinaria que pasó por esta vida en puntas de pie, soñando en soledad. 

Después de este suceso, son muchos los que creen que esto puede desencadenar en que más artistas puedan salir a la luz y muestren sus obras que guardaban ocultas, quizás por temor a que los demás pensaran que no era suficientemente buena.

Esta increíble historia nos deja un bonito aprendizaje, y es que nos demuestra que nunca debemos juzgar a nadie por su ocupación o posición en la vida.