Bandera del colectivo transexual levantada por la mano de una persona en el aire

La provincia de Mendoza integra a la primera profesora trans

El camino que recorrió esta profesora fue duro y estuvo lleno de hostilidades

Desde ir al baño hasta incluso caminar por la calle, cualquier situación es difícil para una persona transexual. La discriminación está a la vuelta de la esquina y la sociedad demuestra que aún no está preparada para este nuevo género. Sin embargo, el IES 9-010 Rosario Vera Peñaloza de San Carlos, Mendoza, decidió luchar contra los prejuicios y contrató como docente a Veronika Jesús López, que se convirtió en  la primera docente trans de la provincia.

La flamante profesora de Prácticas y Residencias de 4º año, en el Profesorado de Lengua y Literatura, tuvo que luchar para conseguir ser docente, pasando por un camino lleno de hostilidades. Cuando iba para el Instituto Eugenio Bustos, no solo la insultaban, sino que también le tiraban tomates y hasta la detenían por “simular sexo en la vía pública”.

“Los sueños que se cumplen, son los que se intentan”, es su bandera y nunca bajó los brazos. Pero no solo se dedica a la docencia, también es locutora en la FM Fantástica de San Carlos, Argentina. Además, escribe para medios locales, canta y brinda charlas y talleres sobre género. Tuvo la oportunidad de ser profesora de Letras el 15 de Julio, la primera aula para la diversidad sexual. “Fue muy bueno enseñar a mis compañeras, también aconsejarlas para que no sufran lo mismo”, declaró Verónika.

Su historia inspiró a muchos

Una vida marcada por la lucha, que inspiró a Cristian Pellegrini, director de cine de La Consulta, para hacer un largometraje. El proyecto empezó como un corto, pero terminó siendo “La pasión de Verónika”, una película que se estrenó hace unas semanas en la región. “Ahora queremos adaptarla para poder presentarla en distintas instituciones”, dijo la docente que siempre sueña a lo grande.

Verónika realizó un corto con sus alumnos y el final es contundente: “Los prejuicios son balas que matan”. Palabras duras de una realidad aún más dura si se trata de una persona trans. El prejuicio le dejó cicatrices y hoy las cuenta sin tapujos. Confiesa que tuvo momentos más calmados y otros dolorosos, como en la secundaria. Su familia aceptó su condición en 2009, cuando Verónika se presentó como candidata a la Vendimia Gay. La trascendencia del caso los obligó a dejar de hacer la vista gorda.

Bandera LGTBI sobre las manos de una persona negra
El sistema educativo debe estar alerta ante estas situaciones | Getty Images

Los momentos más difíciles fueron cuando la policía la detuvo sin razón. Cuando comenzó a cursar en 2005,  no existía la Ley de Identidad de Género y los oficiales detenían a los travestis por “simular sexo en la vía pública”. “Yo venía con mis carpetitas, pero igual me subían al móvil. Mi mamá tenía que ir a sacarme de la comisaría y justificar mi falta”, contó Verónika. Igualmente agregó que los registros también discriminan. “Hoy con la Ley podemos tener nuestros DNI. Pero antes te inscribían con un nombre y vos presentabas los prácticos con otro”.

Otra anécdota es que presentó una nota al municipio para que le permitieran utilizar el baño de mujeres en la Terminal de Ómnibus. Pequeñas luchas cotidianas que tiene que enfrentar un transexual. Verónika está agradecida con la institución que la aceptó: “Valoro a este IES porque me abrió las puertas cuando todavía hay muchos que no reciben a chicas trans o le ponen obstáculos para que no ingresen”.

Cuando se presentó al CENS Laguna del Diamante, los padres de los alumnos votaron previamente si aceptarla o no. A pesar de eso, la docente contó que tuvo una buena experiencia y que “se tiñó de morocha para verse más seria”. Al mal tiempo buena cara, o mejor dicho, a la discriminación buena cara.

La educación es la herramienta principal para cambiar el futuro y combatir la discriminación, por eso la vocación de Verónika por la docencia. “Hoy la educación ha dejado de lado lo diferente, lo considerado ‘extraño'”, declaró y agregó que muchos jóvenes se prostituyen o terminan en la calle porque “cuando exponen su condición son expulsados de la casa, de la escuela y del grupo de amigos”. Según Verónika, el sistema educativo debe ser más contemplador y estar alerta ante estas situaciones.