Hombre plantando con sus mano un árbol en el suelo

De ama de casa viuda a productora orgánica

Dina Martínez convirtió una situación adversa en un emprendimiento ecológico que hoy le permite llevar adelante a toda su familia

“Este es un año atípico, la verdad que la última nevada del 21 de setiembre nos atrasó la siembra”, cuenta Dina Martínez, mientras recorre su finca de una hectárea.

Sus plantas de lechuga, zapallitos, choclo, achicoria, escarola, acelga, rúcula, habas, arvejas y cebollas son fieles testigos del cariño con el que allí se desempeña. Ya a simple vista se puede notar una diferencia con los cultivos de sus vecinos que eligen una sola verdura y la mantienen prolijamente con agroquímicos.

Es que ella decidió hace tres años apartarse de la agricultura tradicional y trabajar la tierra sin veneno, tal como ella misma lo denomina. Actualmente, comercializa productos orgánicos con gran demanda y hoy participará de Mendoza Green Market, la primera feria de alimentos y bebidas saludables local.

Pero Dina no es una agricultora más, hasta el 2010 cursaba la carrera de Técnico Universitario en Información Geográfica, Cartografía y Teledetección en la Facultad de Filosofías y Letras de la UNCuyo.

Mujer con tierra en la mano
Cultiva su terreno sin usar veneno y apartándose de la agricultura tradicional | Getty Images

A la par se encargaba de cuidar a seis de sus nueve hijos, de 4 a 30 años, que todavía vivían con ella. Mientras tanto, su marido pasaba día y noche cultivando su propio campo para poder mantenerlos.

“Él trabajaba de manera tradicional con agroquímicos, con veneno”, relató la mujer nacida en Salta, que en ese entonces solo lo ayudaba con la contabilidad.

El cambio rotundo llegó cuando se enteró de que su esposo estaba enfermo y que le quedaban pocos meses de vida. “Les dije a mis compañeros de facultad que iba a tener que dejar, que no iba a poder con los chicos y la finca. No sabía cómo hacer todo sola”, recordó con cierta angustia.

Sin embargo, de esa charla de café surgió lo que hoy es el sustento de Dina y su familia. “Una de mis compañeras me apoyó y me incentivó para que trabajáramos la tierra de forma diferente, sin utilizar químicos”, contó.

Desde ese entonces formaron un grupo de la universidad para producir verduras orgánicas que hoy venden en distintos circuitos: a través del colectivo “Siembra Diversa” un delivery de este tipo de artículos, en la Bioferia Mendoza, que se establece todos los sábados en el Barrio Cano, en venta directa a quienes visitan su parcela y en otras ferias a las que es invitada.

Tierra cultivada
Comercializa productos orgánicos con gran demanda | Getty Images Pro

“Desde el comienzo tuvimos muy buena clientela y para mí fue un cambio muy rotundo, de no hacer nada a tener que ocuparme de toda una tierra, de toda una familia. Nunca lo pensé, pero seguí adelante”, remarcó la mujer que se siente orgullosa de lo logrado, aunque le gustaría que su marido hubiese visto el cambio tan favorable.

“Mi esposo dejó los cimientos de una casa y en este tiempo pudimos terminarla, a mis hijos no les falta nada y yo pude volver a estudiar”, expuso contenta y aclaró que ya le queda solo una materia para terminar su carrera.

Para poder realizar la gran cantidad de actividades que la finca le demanda cuenta con la colaboración de sus hijos: “Desde el más chico hasta el más grande dan una mano, porque todos saben de dónde vienen lo que están comiendo y de lo que estudian. Creo que eso le faltó a mi marido, él no quería que trabajaran sus hijos, sino que estudiaran, que no fueran como él”, reflexionó.

Para mantener sus plantas sanas y libre de enfermedades sin utilizar agroquímicos, Dina emplea estiércol de sus caballos y el mismo yuyo, hierbas silvestres, que se va acumulando en la chacra. Además, apuesta a la diversidad de cultivos para ahuyentar las pestes.