La danza capoeira al lado del mar

La danza Capoeira ayuda a integrar a los niños refugiados de Siria

El revolucionario proyecto social de Bidna Capoeira ayuda a los niños de Siria y Palestina a recobrar la esperanza

Bidna Capoeira es un revolucionario proyecto social que propone usar a la danza para incentivar a niños de Siria y Palestina para dejar atrás sus miedos y aprendan a confiar en sí mismos y a recobrar la esperanza.

La capoeira es una danza y también un deporte, ideal para integrarse. Para aquellos niños a los que le tocó crecer en campos de refugiados en medio de la Guerra Civil en Siria, o en los territorios ocupados de Palestina, o en la Iraq postguerra, la vida es un desafío extremo todos los días: inestabilidad emocional, incertidumbre, arranques de agresión, depresión o hiperactividad son síntomas típicos, que pocas veces encuentran una salida feliz.

Pero en ese contexto es donde aparece, como una nube de esperanza, Bidna Capoeira. Ummul Chodhury, su director ejecutivo, es quien mejor analizó cómo ayudar a esos niños que viven en entornos de alto riesgo, en situaciones de pobreza, con sus abundantes familias, lanzados a la violencia o al trabajo forzoso por el contexto.

Bidna Capoeira impulsa el uso de la danza afrobrasileña que combina música, deporte y juego para que los niños se integren y logren expresarse sin miedo, viviendo plenamente su niñez. En la capoeira no hay ganadores ni perdedores y nace de los esclavos africanos que debían trabajar por los colonos portugueses en la Brasil del siglo XVI. Hay en la danza algo de lucha y algo de juego, y esa mezcla es la que impulsa la mejora anímica de los niños, cuenta Chodhury.

Gente practicando la danza capoeira en la playa
Las sesiones se hacen en parejas, al ritmo de la música tocada por músicos y cantantes | Getty Images

“Estos niños en situación desventajosa necesitan ayuda. Es difícil: son muy sensibles respecto a las diferencias culturales; la pobreza y el desempleo abundan y hay muchos niños que no tienen nada que hacer y que se sienten inseguros y vulnerables respecto a las drogas, el crimen y la xenofobia. En esos entornos, las intervenciones deben hacerse con mucho cuidado”, narra el creador del movimiento.

Las sesiones se hacen en parejas, al ritmo de la música tocada por músicos y cantantes. “Es imposible no ver la transformación que atraviesan los jóvenes que se involucran”, dice Chodhury, quien no solo les enseña la danza, sino que los incita a hablar de los problemas a los que se enfrentan todos los días. Cada instructor es, además, un consejero emocional para cada niño.

Bidna se apoya en becas, donaciones y recaudaciones, además de tener socios corporativos que ayudan a financiar esta actividad solidaria. El proyecto nació en Damasco en 2007, y pronto creció a otros lugares, llegando a campos de refugiados, centros de detención y escuelas aisladas. Cuenta con el apoyo de UNICEF, de Red Crescent y de Save the Children. Ya son más de siete mil los jóvenes que se han beneficiado del programa solamente en Siria.

Tarek Alsaleh, fundador y director del programa, explica que “la Capoeira construye una sensación de comunidad, de pertenecer. Les enseñamos no solo movimientos físicos, sino filosofía de cooperación, formas de comunicarse, calma, respeto y responsabilidad. Después de un par de clases, los niños empiezan a sonreír, llegan temprano. Los más agresivos empiezan a respetar el espacio de los demás y canalizan su odio, gracias la capoeira”.

Tarek y Ummul montaron una oficina central en Londres, con la intención de lanzar un programa mundial basado en la capoeira, como modo de lograr una mayor integración social en los jóvenes. Siria, Palestina, Líbano y Jordania son solo el comienzo: planean llegar al África subsahariana y a Kenia. “Los niños necesitan lugares seguros donde jugar y expresarse, necesitan esto no solamente para sobrevivir, sino para prosperar”, dice, entusiasmado, Tarek.