Pintor mirando su obra en un estudio

El “nuevo Caravaggio” inaugura una exposición en Florencia

Los italianos quedan impresionados con el estilo barroco del pintor Roberto Ferri

El pintor italiano Roberto Ferri, de 35 años, pinta como si fuera un artista del barroco, y deslumbra a compatriotas y a personas de todo el mundo. Un verdadero maestro del pincel.

Sus obras, herederas de las magistrales técnicas del claroscuro, parecen haber nacido en aquella Roma de finales del Renacimiento, y, sin embargo, irrumpen en pleno siglo XXI con un poder que inquieta, aturde y seduce. Ferri es ya un nuevo clásico, que causa furor en Europa y está por descubrirse en Estados Unidos y América Latina.

La galería Etra Events, en Florencia, es la primera en otorgarle una exposición integral. Roberto Ferri y la eternidad de la pintura, recupera la gran tradición del arte figurativo en la ciudad, según afirma la curadora Francesca Sacchi Tommasi.

Se presentan unas 15 pinturas sobre lienzo, todas de manufactura reciente; entre ellas, un bellísimo retrato de la estrella del burlesque italiano Giuditta Sin, que el pintor tituló Chloris (en la mitología griega, es el nombre de la diosa de las flores).

La obra que verá el público de Florencia en los próximos días es la representación anatómica perfecta de cuerpos y lo sagrado, en poses y expresiones que recuperan y actualizan los modelos clásicos, el elemento central del estilo del artista. La popularidad del artista creció desde que expuso en Roma en 2013, en el Palazzo delle Esposizioni, y pronto será mundial.

Cuadro de Caravaggio
Las obras de Roberto Ferri están elaboradas con las magistrales técnicas del claroscuro | Getty Images

Paraísos perdidos, luciferes, ángeles caídos, sirenas malignas y otras bestias sensuales: de estos elementos se compone el mundo de este “nuevo Caravaggio”, como muchos lo llaman hoy en día. El historiador de arte Maurizio Calvesi consideró que la obra del joven artista combina la técnica de Miguel Ángel con el surrealismo, “entre la gracia y la morbosidad sadomasoquista”. Luego, añadió: “Aquí es un surrealismo que tiene la capacidad metamórfica de un Dalí, excepto que en Dalí es viscosa, en cambio, en Ferri es carnal”.

El próximo paso es Nueva York, y, mientras trabaja con ese fin, el artista confesó que descubrió al barroco de niño, y que desde entonces “quedé fascinado con el tenebroso mundo de la sombra y la luz radiante”. El joven de Tarento se dedicó obsesivamente a estudiar las técnicas usadas entre el siglo XV y el XVIII, artistas como Ingres, Girodet, Géricault, Charles Gleyre y Bouguereau. Luego se graduó con honores en la Academia de Bellas Artes de Roma.

“Mi mundo interior está hecho de placer y dolor, Eros y Tánatos, sueños y pesadillas, son las imágenes que llevo dentro, entonces, mis cuadros son como ventanas abiertas a todo esto, que es la parte más íntima, más escondida, más hermética, pero también la más sensible”, confiesa Ferri, cuya obra pronto será clásica, por su belleza y su intensidad.